Cruja
la tierra.
A Rodrigo B. Ponce
(el de 8 años)
Pocos recuerdos son tan nítidos como aquella noche en el departamento de la vecina que le cortaba y le arreglaba los pies a mi madre. Montones de revistas Condoritos se apilaban una esquina. Charlas de mujeres, espacios reducidos por la impecabilidad con la que Nico, una poodle negra, llenaba el departamento de su ama.
Había más mujeres, eso lo recuerdo.
Le tocó a la señora Martha
descansar mientras sus manos se secaban de la pintura que con buen tono decoraban su
vida ochentera.
Se fue la luz. De golpe, todo se
apagó.
Sentados a espaldas de un ventanal de suelo a techo, el edificio se bambolea. De reojo noto que las mujeres están agolpadas en una puerta. Doña Martha y yo estamos viendo como todo revienta desde nuestra posición. Las luces de colores de todos los transformadores hacen mágico un momento mortal.
La manera en que los edificios chocan sus cuerpos, ahora sólo lo relaciono con el de las gentes cuando tienen sexo, es un choque duro, concreto y flexible.
Sentados a espaldas de un ventanal de suelo a techo, el edificio se bambolea. De reojo noto que las mujeres están agolpadas en una puerta. Doña Martha y yo estamos viendo como todo revienta desde nuestra posición. Las luces de colores de todos los transformadores hacen mágico un momento mortal.
La manera en que los edificios chocan sus cuerpos, ahora sólo lo relaciono con el de las gentes cuando tienen sexo, es un choque duro, concreto y flexible.
Las mujeres chillan y gritan desde la
puerta, que nos levantemos y que vayamos a su encuentro. Imposible; la tierra se
mueve, rayos emanan de un callejón. Hipnotizado sonrío. Dicen
los que saben que la muerte no tiene preámbulos, sin embargo, el espectáculo es
sobrecogedor.
Es imposible querer vivir cuando todo estrepitosamente te ubica en tu tamaño y te relaja hasta cierto punto: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CRRRRRAAAAAACCCCCKKKKKKKKKK!!!!!!!!!!!!!!!!, ¡KKKKRRRRRRBMMMMMM!, ¡KRRRRAAMMMMM!
Es imposible querer vivir cuando todo estrepitosamente te ubica en tu tamaño y te relaja hasta cierto punto: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CRRRRRAAAAAACCCCCKKKKKKKKKK!!!!!!!!!!!!!!!!, ¡KKKKRRRRRRBMMMMMM!, ¡KRRRRAAMMMMM!
Y siento lo mismo que cuando un
volcán arroja lava, y veo lo mismo que cuando caen luces del norte; a cada
golpe de estrellas se sienten las herramientas de los dioses.
¿Podrá el cordero de Dios que
corrige los pecados del mundo comprender?
Que la tierra está viva. Que el fuego
del pecado no quema y lo mejor, que a cada paso de la destrucción eterna el ciclo se
repite y exige muerte para crear más espacio.
San Francisco, Puerto Príncipe, DF y Tokio lo
entienden.
Anoche, mientras veía el fuego
salir al tiempo que la tierra crujía y me sacaba de la cama. Soñé despierto de
Malinalxóchitl. Apareció con su cuerpo de carbón,
girando en sí misma. Monstruo que retuerce todo para hacer girar sus cabellos para lograr cambiar de piel.
Es aterradora, sus ojos no se están quietos y mientras los alacranes y los bichos le caminan todo sobre ella, la señora se estremece.
Es demasiada destrucción la que hay que proveer antes de salir a recoger huesos. Los sonidos y la manera en que la realidad se distorsiona reducen la conciencia del mamífero a un nivel básico.
Es aterradora, sus ojos no se están quietos y mientras los alacranes y los bichos le caminan todo sobre ella, la señora se estremece.
Es demasiada destrucción la que hay que proveer antes de salir a recoger huesos. Los sonidos y la manera en que la realidad se distorsiona reducen la conciencia del mamífero a un nivel básico.
Y luego, el silencio. Todo es frágil, pedazos de
cosas que aún no se caen provocan ecos. Tomamos nuestras manos y paseamos por
los recuerdos de todos los temblores que mi piel ha sentido.
El edificio aquel como escultura moderna. El
edificio otro que nos detuvo a la mitad de la calle y que giraba hermoso hasta
estrellarse en el suelo y chorreaba sangre. El fuego. La gente desnuda corriendo, el
sonido de los tanques de gas explotando y el ver cómo los edificios parece como
si estuvieran cogiendo.
Es la ecuación fantástica, vacío total para que haya lugar y regresen los que no han logrado volver.
Es la ecuación fantástica, vacío total para que haya lugar y regresen los que no han logrado volver.
El lamento, el dolor. A nadie se le puede señalar. Es la
tierra, sola ella que se las arregla para no sentirse tan apretada y se expande
aunque el maquillaje haga ¡crack!
Malinalxóchitl se desvanece. A los muertos que
caminan o les da igual o se espantan.
Me voy a dormir, soñando que la próxima ocasión que mi madre esté cortando cabezas y danzando con sus faldas de serpiente me lleve ya a ver a Cipáctl y me introduzca en su sexo y salga ya vivo, arrojando turquesas, lanzando gritos de guerra, llorando, muriendo.
Me voy a dormir, soñando que la próxima ocasión que mi madre esté cortando cabezas y danzando con sus faldas de serpiente me lleve ya a ver a Cipáctl y me introduzca en su sexo y salga ya vivo, arrojando turquesas, lanzando gritos de guerra, llorando, muriendo.
No dejes un cadáver, únete al escombro.
Mis hijos me vengarán.