martes, 8 de marzo de 2016

Chicas ellas, siempre ellas.

La verdad, para ser claros, me criaron tres mujeres bien chingonas. La primera sin haber terminado la primaria, huérfana de mamá, logró sacar adelante a ocho chamacos lavando ajeno y buscando ubicarlos en entornos donde pudieran estudiar.

La otra se echó a las espaldas a sus siete hermanitos y con un sueldo de secretaria además me educó.

La tercera sacó adelante a mi primo Juan Pablo quien quedó huérfano de mamá. A sus ochenta y pico, la señora sobaba diario para sacar la papa y apoyar a crecer al niño. Mi primo ahora tiene su familia, y yo aprendí tantas cosas de la abuela en ese valle de fantasmas, tantas cosas, que aún hoy la veo correr al establo para ir por lechita bronca, para que sus nietos e hijos tuvieran qué echarse a la panza.

Más allá de sus filias y sus fobias, no le saquen, son ellas las que traen nuevos humanos al mundo, ellas las que viven al triple de velocidad que nosotros, ellas, las que a pesar de tanta cosa, y a pesar de poder llegar a los espectros más sórdidos y oscuros de la humanidad (recordemos a todas las nazis más y a varias gatotas de esas que suponen que sólo venimos a ser sus criados, da igual Cleopatra, María Antonieta o Kim Kardashian) siguen siendo ellas, sólo ellas, por siempre ellas.

Tú.